Valiente Martínez (2018) se refiere al discurso de odio como una amalgama de expresiones que pretenden caracterizar a las personas como no normales, por lo cual es difícil convivir con ellas; sobrepasan la libertad de expresión pues pretenden hacer daño. Cita a Waldron (2012) para indicar que el discurso de odio pretende menoscabar la dignidad, incluso, deshumanizar.
Se encontró que el alcalde era definido por muchos como “indescifrable”, tanto que la principal revista política del país, Semana, lo llamó así en su portada del 15 de agosto de 2020, que usó para indicar que el político representaba una confusión, un misterio, pues los de derecha lo veían como de izquierda y los de izquierda como de derecha. Por ello, decidimos llamar así a nuestra etnografía.
Los hallazgos nos muestran que los mensajes de odio pueden estar asociados con el miedo al cambio de los ciudadanos de Medellín, a apartarse del status quo y denotan una confrontación de poder con la capital: Bogotá. Twitter, como plataforma digital, amplifica y deforma este miedo, se usa para atacar antes de que ‘me ataquen’ y para escribir sin premeditación, como si estuviéramos en un estado eterno de conmoción, de reacción, de ofensa.